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DESAFÍOS PASTORALES URBANOS

José Comblin

 

(15º Encuentro de Reflexión Monseñor Enrique Angelelli

Organizado por Centro Tiempo Latinoamericano

31 de Julio del 2006. Córdoba – Argentina)

 

1.- El desafío de la pobreza

 

En teología no interesa el hecho de la pobreza en sí. Hay pueblos que han sido todos pobres durante siglos. Son pobres porque no tienen nada, porque no hay nada. Esto no es problema teológico. El problema es la pobreza provocada por los mismos hombres, la pobreza como efecto de la dominación. Lo que interesa es la dominación del hombre sobre el hombre que hace que el más fuerte se subordina al más débil y le pone al servicio de su riqueza. Por eso el problema no es el desarrollo, sino la liberación, la superación de la dominación del hombre sobre el hombre, de seres humanos sobre otros seres humanos. Esto está claro en las bienaventuranzas de Lucas, pero también en las parábolas y otros textos que hablan de los pobres. La pobreza es el pecado de otros seres humanos. Es incluso el gran pecado: que un ser humano destruya a otro ser humano, ese es el pecado del mundo. Pobres son todas las víctimas, todos los dominados.

 

Por eso, la pobreza pertenece a lo esencial de la revelación divina, está en el centro del cristianismo.

 

Es el pecado por excelencia. Por eso es el problema pastoral prioritario. Hay muchos problemas humanos y muchos sufrimientos que proceden de la complejidad de la vida urbana, de su falta de adaptación al cuerpo humano: la ciudad cansa, estresa, crea enfermedades, etc. Estos no son problemas teológicos, y los problemas urbanos que había en Roma en los tiempos de San Pedro no eran problemas teológicos y no hay respuesta en los evangelios. No es así con el problema de la pobreza causada por los mismos seres humanos.

 

2.- La misión de la Iglesia

 

La Iglesia es débil, hecha de pobres. Aunque lo quisiera no tiene medios para liberar a los pobres de la dominación en la que están en la ciudad. Esto supone un conjunto de fuerzas históricas tan amplio que su enumeración exigiría muchos tomos. Hay etapas, hay tiempos para todas las etapas. Hay fuerzas sociales que aparecen y otras que desaparecen. Pero hay un factor en el que la Iglesia puede y debe actuar: es la conciencia de los mismos pobres. Nada se podrá hacer si los mismos pobres no se mueven, aunque ellos no tengan la fuerza suficiente para cambiar todo el sistema social. Pero sin ellos no pasará nada.

 

Muchos están desanimados y convencidos de que nada se puede hacer. Otros muchos luchan para mejorar algo de su condición, sin poder cambiarla radicalmente. En sus tugurios, plantan un árbol, siembran flores, construyen otro piso, compran un mueble. Hacen un inmenso despliegue de energía para mejorar su condición en todos los sectores. Hay casos en los que algo se logra y otros que solo provocan desilusiones. Así su vida es una lucha constante contra la adversidad. Pero no creen que se pueda cambiar la relación básica de dominación.

 

 

En medio de eso lo que más les falta es una esperanza, la esperanza de que la dominación pueda cambiar: el advenimiento del reino de Dios. Esta esperanza puede despertar energías para luchar contra la dominación, puede crear una conciencia de hombres y mujeres libres. No solo hombres y mujeres sino un pueblo. Si forman un pueblo, pueden cambiar la sociedad. Pero no tienen conciencia de ser pueblo. Esta conciencia no resulta de la experiencia de vida, pues la experiencia solo muestra la soledad en la que cada uno está. El pueblo es un mensaje, una revelación y un llamado, una vocación.

 

Esto no nace espontáneamente, viene desde afuera porque alguien despertó esa esperanza, alguien creó un sentimiento de libertad y una aspiración a la libertad.

 

Ellos suscitan inmediatamente la oposición de todos los dominadores que sienten que sus privilegios están amenazados. Tienen que ser preparados para la persecución, lo que Jesús ya había anunciado. Es duro vivir como rechazado por los que tienen autoridad y poder. Es el precio.

 

3.- La misión junto a las autoridades

 

Hay situaciones en las que se realiza un combate directo entre los trabajadores dominados y los empleadores dominadores. Es un estado de violencia que solamente existe en casos excepcionales. Sin embargo hay situaciones en la que la lucha violenta dura. En Colombia hay 50 años de guerra interna. Sin embargo, la humanidad ha creado sistemas de autoridades encargadas de defender la justicia, evitando los conflictos directos. Estas autoridades se reservan el uso de las armas. Históricamente hubo varios sistemas. Hoy día prevaleció el Estado nacional. Sabemos que ese Estado nacional está en crisis porque existen entidades internacionales que ya no se someten, porque pueden contar con el apoyo de superpotencias armadas. El Estado tiene una capacidad limitada para realizar su misión, y las Naciones Unidas no tienen autoridad real porque no disponen de fuerzas armadas para aplicar sus resoluciones.

 

La misión del Estado es defender los derechos de los pobres contra la explotación y la dominación por los ricos. Espontáneamente los ricos quieren disminuir lo más posible la parte del producto nacional reservada a los trabajadores. Hay una presión constante para rebajar los sueldos. El caso extremo es la esclavitud en la que los esclavos no reciben nada salvo la dosis mínima de comida para poder trabajar. Cuando los esclavos ya son caros en el mercado conviene recurrir más bien a trabajadores voluntarios. Cuando no hay mucha demanda los trabajadores aceptan trabajar por sueldos mínimos. Hay casos en los que los sueldos de los trabajadores libres cuestan menos que la compra y la manutención de esclavos. Por eso se ha suprimido la esclavitud aunque continúe funcionando en varias regiones del mundo, a veces ilegalmente.

 

Por eso, el Estado está encargado de reprimir la voluntad de poder de los ricos, obligar a compartir parte de lo que ganan al servicio de la comunidad nacional para una redistribución equitativa. La misión del Estado consiste en defender los derechos de los pobres. Además, el Estado debe proporcionar a los pobres los servicios que ellos no pueden pagar: instrucción, salud, morada, transporte y otras necesidades para que puedan ser preparados para los trabajos que se ofrecen en el estado actual de la economía.

 

La Iglesia puede tener una misión importante. Pues, sucede que el Estado en lugar de cumplir con su misión, hace exactamente al revés.

 

 

En lugar de defender los derechos de los pobres, defiende los privilegios de los ricos y legitima su dominación, legitima la injusticia que se practica en forma de imposición pública. La Iglesia tiene por misión recordar al Estado su responsabilidad mostrando al Estado todos los casos en los que actúa injustamente.

 

4.- Las asociaciones

 

En la ciudad hay una multitud de individuos aislados. La familia ya no tiene la fuerza de antes, la comunidad de convivencia como en el campo desapareció. La ciudad es el mejor lugar para esconderse o vivir como solitario. Ahora bien, los individuos aislados tienen inmensas dificultades para sobrevivir. Muchas veces tienen que vivir en condiciones miserables que no permiten ningún porvenir, ni dejan esperanza de una vida mejor.

 

Hay movimiento espontáneo para construir asociaciones. Pero el movimiento espontáneo es muy débil. La iglesia puede dar más fuerza. Puede dar más motivaciones, inculcar más esperanza y más capacidad de servicio, colocar energías humanas al servicio de obras comunitarias que nunca serán retribuidas. La iglesia puede ofrecer muchos trabajos gratuitos al servicio de la formación de comunidades y asociaciones.

 

5.- La construcción de la paz

 

En las ciudades siempre hubo violencia. Más que en los pueblos. Los delincuentes pueden esconderse más fácilmente. Muchos crímenes permanecen impunes. En los pueblos hay un control social más fuerte, todos miran hacia lo que hacen los otros. Si aparece una persona ajena luego es reconocida y observada. Hoy día la violencia creció. Hay casos extremos como Río de Janeiro en los que la autoridad del Estado ya no tiene poder y partes de la ciudad pertenecen de hecho a mafias que son violencia organizada.

 

La violencia se aprende habitualmente en la familia, un padre violento trasmite a sus hijos su violencia. Los hijos aprenden a imitar a su padre. Se preguntaba a un niño que quería hacer más tarde cuando sería adulto. Contestó: quiero matar. Su padre mataba y él pensaba que era la manera más heroica de vivir.

 

También hay violencia cuando es fácil tener un arma como en Brasil. El comercio es prácticamente libre. También hay violencia cuando la impunidad está prácticamente garantizada.

 

Pero la causa es sobretodo cuando hay una cultura de la violencia, cuando ella es considerada algo normal y que no enseña a los niños a reprimir su violencia instintiva. Si hay un ambiente de permisividad muy fuerte, no hay represión y los adolescentes no son motivados para reprimir su violencia.

 

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