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Sentidos de la Terapia Comunitaria Integrativa

Rolando Lazarte

Muchas son las razones y motivaciones que me llevan a permanecer en este espacio. El intento por enumerarlas sería necesariamente parcial y provisorio. Aproximativo.

Sin embargo, la tentativa de ir trayendo algunos de los aprendizajes que este tiempo de rondas virtuales, provoca un movimiento de clarificación, consolidación y centramiento, que me es muy grato.

Lo que antes se me figuraba como una especie de tentativa personal por resolver problemas también personales, en este intenso tiempo de convivencia y diálogo, fue ganando los contornos de un renacimiento colectivo que tiene una fuerza redentora impresionante.

Ya no era yo solo. No soy más yo solo. Es todo un colectivo, toda una humanidad en busca de sí misma. Una potenciación de la capacidad de reconocernos, de recuperar sentidos del vivir que podían estar un poco olvidados.

Valorizar las pequeñas cosas de la vida. Cuidar del jardín. Pasear. Encontrar gente querida. Retomar hábitos antigos de lectura y estudio. Pintura y dibujo. Oración. Creo que cada persona participante de esta larga jornada tendrá su propia lista de descubrimientos y aprendizajes.

Por mi parte, como me gusta escribir, encontré y sigo encontrando un placer enorme en registrar paso a paso aquello que fui reteniendo en cada una de las rondas. Es cada vez más ir saliendo de lo genérico, de lo abtracto, de lo impuesto, para volver a lo pesonal, lo particular, lo que siendo mío es de todas y todos.

Es propriamente la poesía de la vida. Es volver a ver la vida como algo bueno. Dejar el peso de un pasado que cargaba como un fardo, para ver que la vida es ahora. Este instante fugaz. ¡Un día es mucho tiempo!

Siempre es tiempo de recomenzar. Podemos hacernos más sensibles al mundo alrededor. Podermos salir de un cierto letargo. Han quedado expuestas a cielo abierto las entrañas de un sistema sin alma. Gente con hambre, sin trabajo, muriendo como moscas.

Podemos hacer algo. Puede ser que al amor nos toque. Puede ser que hayamos aprendido a amar. Tal vez recordar tiempos en que todo era tan escaso, tan precario. Personalmente para mí casi todo fue siempre bastante escaso.

Me habitué a vivir con lo mínimo. De ahí que la TCI me recuerde constantemente quién fui. Aquí pulsa aquello que no muere, aquello sin lo cual la vida se desvanece. Puedo ver en mi corazón todo el trayecto de mi vida hasta aquí.

Aquí se recrea la esperanza que me permite continuar. Aquí sé que es posible. Yo puedo ser. La puerta estrecha. Se puede pasar. Ya estoy allá.

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